El
Arte Macabro (inicio)
Como su
colega de los últimos días del siglo diecinueve, el Jack The Ripper contemporáneo
(así llamado por analogía ya que él nunca reclamó el derecho para ese nombre) también
tiene una especialización. La que ejercitaba el Jack The Ripper tradicional que todos conocemos no parece ser
adecuada para este delincuente que pareciera empeñado—llevado o no por el ansia
de fama—en imprimir su sello en el mapa enrevesado, irregular y sangriento de
nuestros tiempos. Cosa que es por lo demás bastante difícil, basta ver la tele
o meterse en el internet. Después de las memorables y relativamente recientes
hazañas delictivas llevadas a cabo por Magnotta, y antes; Matamoros en México, el
ex-marino Ng; o ese americano joven y bien parecido que fue ejecutado
recientemente como autor presunto y en parte probado de más de cien asesinatos y
cuyo nombre se me vuelve a escapar de la mente, es difícil si no imposible lograr fama a través del crimen, cuando
aparecen en la pantalla de la computadora o tableta, y casi sin esfuerzo y en
unos segundos, las decapitaciones colectivas de los narcos mexicanos, de los
islamistas, y las diversas ejecuciones, atentados y mutilaciones que brotan en
todos los medios producto de anhelos místicos e espirituales de múltiples
actores sociales y culturales--que no voy a nombrar para evitar que le pongan
precio a mi cabeza si esto alguna vez se publica--que como decía se dedican a
la crucifixión, quema, tortura, decapitación y violación de los infieles allí
donde las circunstancias les permiten hacerlo. Pero incluso los casos antes
mencionados a manera de ejemplo no son más que pelos de la cola, como no sé si
se dice todavía, opacados por la sombra horrendamente magnífica de Dachau,
Autzwitz, Sabra & Chatilla, Lonquen (en Chile), Rwanda, los recientes
hechos en México, en breve, la larga lista de ocasiones y lugares donde la
tortura, muerte por hambre, desmembramiento de las víctimas, en cantidades
ingentes, llegando casi al genocidio, que se han realizado--a veces mezclados
con matices sexuales--en estas primeras décadas de este siglo nuestro. Y como
si fuera poco, la Democracia parece haber traído una tendencia, o un impulso,
si queremos calificar la intensidad de este movimiento, a poner al alcance de
las muchedumbres de las ciudades grandes, o mejor, de los individuos, ya que
las masas no existen sino como agregados de individuos, las sofisticaciones de
riqueza (relativa), la cultura, la salud (discutible), la alfabetización, la
nutrición (dicen algunos), y en resumen, todas las ventajas nacidas con la
Revolución del Humanismo que empezó alrededor del siglo 15.
Y uno de
los logros de la democracia, incluso del socialismo, es que, por su
acoplamiento con esta otra flor de los tiempos actuales—la megaciudad
ultramoderna—, el crimen, incluso el más sofisticado, se ha vuelto
accesible a la gente con algunos medios,
una computadora o una tableta y un poquito de imaginación. Y este proceso está
aumentando.
Recordemos,
para terminar con este preámbulo, que las escasa y románticas pandillas de
adolescentes que veíamos en películas como Rebelde sin causa mediados y fines
de los 1950, han sido reemplazadas por hordas innumerables cuyas cohortes
pueden llegar hasta las decenas de miles, y que en la actualidad cualquier país
del así llamado mundo en desarrollo se puede dar el lujo de aplicar las
técnicas más sofisticadas de exterminio masivo y de la tortura, que hasta hace
más o menos medio siglo estaban restringidas en general a los países del hemisferio desarrollado, como
por ejemplo Alemania.
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